Durante mi visita a Disneyland París, disfruté de muchas de las atracciones, pero el viaje en la nave espacial Orbitron me causó una impresión especialmente fuerte. Hay cohetes inspirados en los cómics de los años treinta.
Para subir a estos transbordadores futuristas no hace falta tener licencia de piloto. No es nada difícil. Pude controlar yo mismo la altitud de mi nave. Una pequeña palanca situada en la parte delantera del vehículo controla el descenso y el ascenso del cohete. Cada lanzadera vuela como un rayo alrededor de una galaxia de planetas, muy por encima de la animada Discoveryland. Los cohetes pueden ascender hasta una altura de 6 metros en una aventura que dura unos 2 minutos.
Antes de embarcar en estas máquinas voladoras, hay que ponerse detrás de una larga cola. Sin embargo, no me molestó. Creo que es la forma ideal de ver todos los detalles de esta magnífica atracción. En tierra, se pueden ver los planetas, sus satélites y sus anillos girando alrededor. Orbitan alrededor de su eje fijo de rotación, que representa el Sol. El Orbitrón está formado por más de una docena de planetas de diferentes tamaños y con periodos de revolución variables. Me parece una pena que no podamos identificar qué planeta representa cada cohete. Sólo los entendidos podrán hacerlo localizando los símbolos astronómicos en el ala trasera de cada avión, pero entendidos o no, recomiendo esta atracción.
